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jueves, 23 de julio de 2015

Mi celular y los cafés de bits


Esta vez no me acompaña un café durante mi redacción. No hace falta, en el último par de semanas he conversado armada de café y tortas fluidamente del tema con un amigo. Sí, en pocas palabras esta vez será un compendio de varios cafés. Hoy una amiga q
ue está en el país de los canguros mencionó mi colección de amigos “fantasmas”, ella incluida. Los amigos fantasmas no son más que mis amigos que han migrado de la Sucursal del cielo.

Me encuentro gastando la noche este viernes con nombre de jueves, mañana es puente, feriados extrañados por quien migra. La verdad entre la mezcla de usar el “Whatsapp” y el reloj sincronizado con los países los 3 continentes, ya es rutina. Estar en contacto con que mis amigos de infancia y los cercanos de la universidad en otros continentes se ha hecho más natural que con quienes quedan. De mi otra entrada sigue siendo un hecho que sigo despidiendo amigos, justo esta semana otra chica se suma a quienes pasarán por nuestro famoso piso de Cruz Diez de Maiquetía.

Cito naturalidad con libertad de ser juzgada, esa bendita aplicación nos ahorra “tiempo”, ese tiempo del que hablaba que el aroma del buen café convierte en recuerdos maravillosos. Ya sueno como los abuelos nostálgicos, quizás sólo estoy cayendo en la resistencia al cambio y eso es todo.  O también puedo verlo graciosamente, tengo de que conversar. Lo impersonal de la aplicación a veces pasa factura de que cada quién cree leer lo que quiere leer.

Hace poco le dije a alguien, “te cuento esto por esta nota de voz porque no nos vamos a volver a ver”. Nunca digas nunca, pero estas app de tecnología de punta restan el protagonismo a lo que “se dice en persona”. Si, simple agarras el teléfono escribes o grabas y envía y ya. Tú y el teléfono, y una posible respuesta del otro lado, pero cuando en el otro lado tengan un minuto o... cuando Decidan hacerlo. La lluvia es para todos, cuando llueve, llueve igual para todos, todos nos dejamos sumergir por esta necesidad adquirida o que la sociedad nos dictó.


No a la extinción de la buena conversa con un buen café.

Hasta pronto..

Adriana Isabel

PD: siempre es buena la merengada de Oreo